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Áncash: el ‘antes y el ahora’ de 2 mil 873 familias de comunidades rurales de Huaylas, Huaraz, Pallasca, Corongo, Santa y Huarmey

PERU .- Cultivan hortalizas orgánicas, granos y tubérculos con riego tecnificado, producen abonos para mejorar su producción, crían cuyes, gallinas, cerdos y ovinos mejorados, tienen sus viviendas ordenadas (con dormitorios para padres e hijos), preparan sus alimentos en cocinas mejoradas a leña, consumen agua segura (hervida), reciclan los residuos sólidos, practican el lavado de manos y además manejan sus propios emprendimientos rurales que les permite tener ingresos económicos. Tienen seguridad alimentaria y viven mejor.

Todas estas actividades productivas determinan hoy la mejora de la economía y la calidad de vida de las familias de 35 comunidades rurales de los distritos de Pamparomas, Pariacoto, Pampas, Cusca, Malvas, Cáceres del Perú y Macate, en las provincias de Huaylas, Huaraz, Pallasca, Corongo, Santa y Huarmey, en el departamento de Áncash.

Foncodes a través de la Unidad Territorial Chimbote, con el proyecto Haku Wiñay atiende a 2 mil 873 familias que forman parte de 15 Núcleos Ejecutores y 7 Núcleos Ejecutores Centrales. Con la asistencia técnica permanente de los yachachiq (el que sabe y enseña) desarrollan tecnologías productivas y emprendimientos rurales para hacer frente y superar a la pobreza.

En sus huertos a campo abierto y en fitotoldos, cultivan lechuga, cebolla china, zanahoria, betarraga; y en sus parcelas, trigo, arveja, maíz, habas y papas. Además, pastos asociados para animales menores (cuy), potenciado con sistema de riego tecnificado (por aspersión). También producen abonos orgánicos (compost, biol, biosidas) que permiten mejorar sus cultivos.

Asimismo, están en marcha 140 emprendimientos rurales, algunos con mucho auge como la crianza de cuyes, la producción de miel de abeja (premiado como una de las experiencias exitosas del año 2019), y queso. También viveros relacionados a la actividad agropecuaria como plantones de paltas y plantines de hortalizas de gran demanda. Y negocios de panadería, hospedaje, carpintería y crianza de gallinas de doble propósito (huevos y carne), crianza de cerdos, mejora de ganado vacuno, actividades artesanales y confecciones.

Tienen terrenos con pastos asociados, cultivados con semillas entregadas por el proyecto, eso facilita sus negocios de cuyes, actividad muy rentable. Foncodes les entrega reproductores, les da asistencia técnica en los procesos de sanidad, alimentación y cuidados y les facilita el acceso a mercados en ferias locales y regionales.

El antes y el después
El jefe de la Unidad Territorial Foncodes Chimbote, arquitecto, Ulderico Figueroa Torre, refiere que, al principio, los usuarios no creían en los beneficios del proyecto Haku Wiñay, porque es un proceso. “Pero, cuando llegamos al tercer año, como en el caso de los Núcleos Ejecutores de Pamparomas, Pariacoto y Pampas, las familias percibieron los resultados en su proceso productivo. Aprendieron a criar mejor sus animales menores, mejoraron sus semillas. Ahora, guardan y vuelven a sembrar, como quien dice: guardan pan para mayo”.

Con las evidencias de las tecnologías productivas y los emprendimientos rurales inclusivos, otras familias muestran mayor interés en el proyecto Haku Wiñay, y optan por replicarlo.

Las experiencias que han tenido los yachachiq en las pasantías, tanto en las escuelas de campo como en los centros experimentales del INIA, dice, han fortalecido sus conocimientos en las tecnologías productivas y  lo trasmitan a las familias usuarias del proyecto Haku Wiñay.

Esto, dice, ha generado un cambio de actitud de los usuarios. Por ejemplo, en el uso del riego tecnificado (por aspersión e incluso por goteo), sobre todo en época de cambio climático y de escases del recurso hídrico, donde es vital lo aprendido. Los profesionales y técnicos les enseñan a utilizar el reservorio con geomembrana, la cámara de carga, el trípode y el aspersor.

“Las familias han asimilado el cambio. Respectando sus enseñanzas ancestrales, Foncodes interviene con tecnologías productivas sencillas, prácticas y, en forma directa, directa, porque se trabaja en sus parcelas, en su propiedad, con sus animales. Esto ha generado una mejora notable. Haku Wiñay es un proyecto con mucho sentimiento social e identificación con la comunidad, se involucra en sus costumbres. Varios factores determinan su  incidencia y éxito”.

Una vez cumplido el ciclo de intervención del proyecto Haku Wiñay, es decir, después del tercer año, dice, las familias usuarias seguirán trabajando con las tecnologías productivas. “Y nosotros, estaremos prestos a seguir apoyándolos, aunque ya no estemos en su espacio. Se supone que es el Municipio Local quien asume el seguimiento del proyecto de acuerdo al convenio, pero ahí están nuestros yachachiq y técnicos (asistentes técnicos productivos), que son de la zona”.

 Alianza estratégica con los Municipios Locales
El jefe de la Unidad Territorial Foncodes Chimbote, destaca el papel de los municipios locales en el desarrollo del proyecto Haku Wiñay/Noa Jayatai. “Los gobiernos locales hacen un aporte no monetario, más bien logístico. En algunos casos, ceden sus locales, apoyan en las ferias agropecuarias, facilitan el acceso a internet, los medios de transporte para el traslado de los materiales e insumos para la implementación de los proyectos en las comunidades rurales”.

Igualmente importante, refiere, es la participación de las demás autoridades comunales como el presidente de la comunidad, el teniente gobernador, el subprefecto y el juez. “Participan en los concursos de los emprendimientos rurales y en las ferias como jurados en el Comité de calificación. Acompañan en las verificaciones de campo y destacan el trabajo de Foncodes”.

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