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COVID-19: Hasta el 50% de pacientes en UCI podrían presentar insuficiencia renal aguda

En el Perú, la enfermedad renal crónica (ERC) es un problema de salud pública debido a su elevada tasa de mortalidad y complicaciones. De acuerdo con los datos del Análisis de la Situación de la Enfermedad Renal Crónica en el Perú, desarrollado por el Ministerio de Salud, 1 de cada 10 peruanos tienen una pérdida progresiva e irreversible de la función de los riñones, por lo tanto, a nivel nacional se registran más de 3 millones de pacientes con enfermedad renal crónica en diferentes grados de severidad. Sin embargo, a causa de la actual crisis sanitaria por coronavirus, esta enfermedad podría ir en aumento. Si bien el COVID 19 es conocido por causar enfermedades respiratorias agudas, también puede afectar a múltiples órganos y sistemas, incluidos los riñones, produciendo un daño agudo, denominado insuficiencia renal aguda (IRA), la cual es muy variable en estos pacientes. La IRA es considerada un marcador de gravedad de la enfermedad y un factor pronóstico negativo para la supervivencia. 

“Publicaciones recientes sobre pacientes con COVID-19 críticamente enfermos, ingresados en cuidados intensivos, revelan cifras de insuficiencia renal aguda entre el 20 a 50% de los pacientes, llegando a requerir diálisis en un porcentaje variable de ellos, este procedimiento es vital para purificar la sangre, que sirve como sustituto de la función normal del riñón y que brinda mayor calidad de vida al paciente. En caso los riñones del paciente estén muy dañados y no respondan al tratamiento, necesitará un trasplante de riñón”, señaló la nefróloga Dra. Ana Aguilar Rodríguez, de Fresenius Medical Care del Perú.

La especialista también refiere que, a nivel nacional se estima que existen más de 30 mil pacientes que están en una etapa avanzada de la enfermedad con requerimiento de diálisis, sin embargo, es probable que, a causa de la pandemia y el colapso del sistema de salud, la cifra haya aumentado por falta de un diagnostico oportuno. “En la actualidad, difícilmente cerca de 20 mil pacientes reciben tratamiento de diálisis, por lo que podemos deducir que 10 mil pacientes no han sido diagnosticados a tiempo, no están recibiendo la terapia de sustitución renal que requieren y en el peor de los casos, fallecen.

En el caso de los pacientes que actualmente reciben tratamiento, su situación durante la pandemia ha sido realmente complicada. Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), las personas con enfermedad renal crónica son 3 veces más propensos a presentar COVID-19 grave que otras personas. Una vez que estos pacientes son infectados por el coronavirus, la probabilidad de complicaciones y mortalidad es superior que en la población general. Según reportes a nivel mundial, 1 de 5 pacientes con ERC infectados con coronavirus fallece.

FACTORES DE RIESGO Y PREVENCIÓN
Los principales factores de riesgo para desarrollar insuficiencia renal crónica son la diabetes mellitus e hipertensión arterial. Se estima que la mitad de las pacientes que llegan a requerir terapia de sustitución renal son diabéticos y/o hipertensos. Otros factores de riesgo son: obesidad, edad mayor de 60 años, dislipidemia (elevación anormal de concentración de grasas en la sangre), enfermedad cardiovascular, familiar con enfermedad renal y consumo de tabaco.

Desafortunadamente en la mayoría de los casos la enfermedad renal crónica no presenta síntomas hasta sus fases más avanzadas. Por este motivo, la especialista Aguilar, por el Día Mundial del Riñón que se conmemora el jueves 11 de marzo, recuerda la importancia de realizarse controles periódicos para detectar a tiempo esta enfermedad, especialmente en personas de riesgo, como los obesos, hipertensos o diabéticos. Se recomienda que todas las personas se realicen una evaluación de función renal desde los 35 años, tales como: prueba de medición de creatinina en sangre para calcular la función renal y la medición de microalbuminuria, la cual mide la cantidad de esta proteína en la orina. Además, se recomienda practicar estilos de vida saludable como alimentación equilibrada, ejercicio físico, dieta baja en sal, control de presión arterial y glucosa de sangre, así como evitar fumar.

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