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La educación corre el riesgo de convertirse en el mayor factor de división el 2022

NUEVA YORK,   A medida que la pandemia de COVID-19 se adentra en su tercer año, las escuelas de 47 países (donde viven un total de 670 millones de niños y niñas en edad escolar) siguen sin haber abierto por completo y muchos niños en edad escolar corren el riesgo de abandonar sus estudios, según un nuevo informe de UNICEF publicado hoy. 

¿Están aprendiendo realmente los niños? presenta datos a nivel de país sobre la repercusión de la pandemia de COVID-19 y el consecuente cierre de las escuelas sobre la infancia, y ofrece un análisis actualizado del estado del aprendizaje de los niños antes de la pandemia. El informe pone de relieve que casi 153 millones de niños y niñas perdieron más de la mitad de la educación presencial en los últimos dos años, y de ellos, 62 millones perdieron al menos tres cuartas partes. En total, esto supone una pérdida de dos billones de horas de educación presencial. 

“Cuando los niños y las niñas no pueden interactuar directamente con sus maestros y sus compañeros, su aprendizaje se resiente. Cuando no tienen la posibilidad de interactuar de ningún modo con sus maestros y sus compañeros, la pérdida de aprendizaje puede volverse permanente”, aseguró Catherine Russell, Directora Ejecutiva de UNICEF. “Esta desigualdad creciente en el acceso al aprendizaje puede hacer que la educación se convierta en el mayor factor de división, en lugar de ser el mejor instrumento para la igualdad. Cuando el mundo no consigue educar a sus niños, todos sufrimos las consecuencias”. 

Además de los datos sobre la pérdida de aprendizaje, el informe presenta nuevas pruebas que demuestran que muchos niños no regresaron a la escuela cuando se reanudaron las clases. En Liberia, el 43% de los estudiantes de las escuelas públicas no regresaron cuando estas volvieron a abrir en diciembre de 2020. El número de niños y niñas que no van a la escuela en Sudáfrica se triplicó al pasar de 250.000 a 750.000 entre marzo de 2020 y julio de 2021. En Uganda, alrededor de uno de cada 10 niños y niñas en edad escolar no regresó a la escuela en enero de 2022 tras un cierre de dos años. En Malawi, el índice de abandono entre las niñas de secundaria aumentó un 48%, de un 6,4% a un 9,5% entre 2020 y 2021. En Kenya, una encuesta realizada entre 4.000 adolescentes de 10 a 19 años reveló que el 16% de las niñas y el 8% de los niños no regresaron a clase cuando las escuelas volvieron a abrir sus puertas. 

Los niños y las niñas que no van a la escuela están entre los miembros de la sociedad más vulnerables y marginados. Tienen menos probabilidades de saber leer, escribir o resolver ejercicios básicos de matemáticas, y no cuentan con la red de seguridad que proporciona la escuela. Esto los expone a un mayor riesgo de ser víctimas de la explotación y sufrir pobreza y privación durante toda su vida. 

El informe subraya que, si bien los niños y las niñas que no van a la escuela son quienes sufren las peores consecuencias, los datos de antes de la pandemia relativos a 32 países y territorios revelan un nivel de aprendizaje alarmantemente bajo que probablemente ha empeorado debido a la magnitud de la pérdida de aprendizaje ocasionada por la pandemia. En los países analizados, el ritmo actual de aprendizaje es tan lento que la mayoría de los niños en edad escolar tardarían siete años en adquirir las competencias básicas de lectura que deberían haber aprendido en dos años, y 11 años en adquirir las competencias básicas de aritmética. 

En muchos casos, ni tan siquiera se garantiza que los niños en edad escolar hayan adquirido alguna competencia básica. En los 32 países y territorios objeto del análisis, una cuarta parte de los niños en edad de asistir al octavo curso (los de 14 años) no contaban con las competencias básicas de lectura, y más de la mitad no había adquirido las competencias de aritmética que se esperan de los estudiantes de segundo curso (es decir, los de siete años de edad). 

“Antes de la pandemia, los niños y las niñas más marginados ya se estaban quedando atrás. A medida que la pandemia se adentra en su tercer año, no podemos permitirnos volver a esa ‘normalidad’. Debemos conseguir una nueva realidad: llevar a los niños de regreso a las clases, evaluar su nivel de aprendizaje, proporcionarles el apoyo intensivo que necesitan para recuperar lo que han perdido y garantizar que los maestros cuenten con la formación y los recursos educativos que necesitan. Teniendo en cuenta todo lo que está en juego, es lo mínimo que podemos hacer”, aseguró Russell. 

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