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La realidad del trastorno dismórfico corporal

Lima.- En algún momento de nuestras vidas hemos buscado mejorar nuestra apariencia física, pero ¿qué sucede cuando esto se convierte en una obsesión que puede afectar nuestra salud física y emocional?

Johanna Rubianes, psicoterapeuta del hospital Hermilio Valdizán, explica que algunas personas están más expuestas que otras a desarrollar un trastorno conocido como dismorfia corporal, durante el cual se preocupan en exceso por su apariencia física y se enfocan en defectos físicos menores o imaginarios que les generan malestar y sufrimiento.

“Es una distorsión de la percepción. Estas personas tratan de mejorar alguna parte de su cuerpo con diversos tratamientos, pero sienten que no mejoran y así vuelven a intervenir esa parte una y otra vez. O se llenan de pensamientos en los que el objetivo es lograr la corrección anhelada. Es así como salimos de la normalidad y entramos en una patología”, detalló la experta en entrevista con el programa Saludable Mente de Andina canal on line.

Si bien el trastorno dismórfico corporal (TDC) afecta más a jóvenes, puede desarrollarse también en adultos. Se estima que el 1% a 2 % de la población mundial padece este problema, con consecuencias a nivel personal, familiar, social y económico.

Esta búsqueda de la perfección genera un malestar constante. Por momentos se sienten muy tristes, con mucha ansiedad, frustración. Cambian de conducta y hasta su manera de ser.

“Se tornan depresivos, irritables, malhumorados. Algunos se pueden aislar del mundo porque consideran que no pueden resolver el problema que los aqueja y sienten temor de que alguien identifique sus supuestos defectos”.

Anorexia y bulimia

La experta explicó que la dismorfia corporal es un trastorno mental distinto a la anorexia o bulimia, donde también hay una insatisfacción con el cuerpo. 

“La bulimia y la anorexia tienen que ver más con el peso, con verse delgados y donde hay una intención de alterar todo el cuerpo, mientras que, en la dismorfia corporal, el descontento se focaliza en una parte específica del cuerpo. Pueden ser la nariz, los pómulos, los ojos, el busto, las piernas, entre otras partes”.

Un artista donde se pudo ver con gran nitidez la vivencia de este problema fue Michael Jackson, quien a lo largo de toda su vida se hizo muchas operaciones estéticas a la cara, con mayor énfasis en la nariz, buscando justamente la perfección. Nunca estuvo conforme con su rostro.

Estas personas por lo general viven buscando la validación constante de su entorno, esperando la aceptación de su apariencia física, pero en el fondo nada de lo que escuchen o se les diga será suficiente debido al trastorno que padecen.

¿Quiénes son más vulnerable? 

La psicoterapeuta explica que, así como hay personas con una vulnerabilidad biológica a la diabetes, hipertensión, entre otras enfermedades, hay personas que tiene vulnerabilidad hacia ciertos trastornos psicológicos.

“Eso se agudiza cuando hemos tenido estilos de crianza inadecuados, sobre todo en la niñez y adolescencia, cuando hemos vivido en un ambiente familiar disfuncional y hemos tenido experiencias traumáticas o situaciones estresantes por tiempo prolongado”.

Todo eso impide que algunas personas puedan afrontar adecuadamente los problemas a los que se enfrentan.

“Nuestras emociones suelen ser muy intensas o inestables y si tenemos una baja autoestima, una percepción pobre de nosotros mismos, la vulnerabilidad ante un posible trastorno como el de la dismorfia corporal aumenta”.

A esto se suma el entorno que rodea a la persona, que puede agudizar su inseguridad frente a los otros, ya sea con comentarios o supuestos consejos. 

Las redes sociales tienen también un impacto significativo en los pacientes con TDC, debido a que exponen de forma permanente imágenes de cuerpos y rostros aparentemente perfectos, con los que estas personas se comparan y no podrán competir. 

¿Qué hacer y no hacer en estos casos?

“Lo primero que debe hacer la familia es aceptar que hay un problema, informarse sobre el tema y buscar ayuda profesional. Debemos tener presente que la mayoría de los problemas mentales son crónicos, es decir prevalecen en el tiempo, sobre todo cuando no hay un tratamiento adecuado”, advirtió Rubianes.

Es importante no recriminar a quien padece este trastorno y dejar de pensar que solo busca llamar la atención o molestar. Es importante iniciar una terapia o tratamiento psicológico lo antes posible y sobre todo no abandonarlo. De eso dependerá la recuperación completa de la persona.  

“El ser humano es un ser cambiante. Si identificamos que alguien tiene un problema mental asociado al cuerpo, como dismorfia corporal hay que buscar ayuda con un psicólogo, psiquiatra o psicoterapeuta. La perseverancia es lo único que asegura su proceso de salida”.  

Cómo prevenirlo

La psicoterapeuta recomendó evitar los comentarios sobre el cuerpo o la apariencia física de los integrantes de la casa y con mayor razón a quienes padecen este trastorno. Desterrar los apodos que puedan dañar la autoestima de nuestros seres queridos.

“Si vamos a preocuparnos por el peso de alguien que sea por un tema de salud y no por temas estéticos. Evitemos comentarios sobre partes específicas de la cara o del cuerpo de nuestros hijos, eso podría mortificarlos o desarrollar algún complejo. Muchas veces, las ideas de querer cambiar nuestra apariencia vienen de esos comentarios”.

Sugirió incluir los halagos dentro de la crianza de los hijos, validar su apariencia física y destacar otros atributos personales que no estén ligados a su cuerpo.

“Es importante promover la aceptación de cómo somos, fortalecer su autoestima física, además de estar muy atentos a las expectativas que ellos tienen de sus propios cuerpos, interesarnos por saber a quiénes escuchan, siguen, miran en la vida real y en las redes sociales. Recordemos que ellos aún son vulnerables a los comentarios porque no han desarrollado las capacidades de aceptación que todos necesitamos para vivir tranquilos”.

Indicó que muchos papás no saben cómo actuar frente a estos temas, pero recordó que es necesario que ellos conversen mucho con sus hijos, porque la percepción que ellos tienen de sí mismos, así como su salud mental, depende en gran medida del soporte emocional que encuentren en casa.

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