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Urge que Ministerio de Educación garantice educación accesible a estudiantes con discapacidad

Lima.- Daleshka tiene 12 años, está matriculada en primero de secundaria, pero hace apenas dos semanas que empezó a ser integrada en las clases y tareas, gracias a los esfuerzos de Irma Mendoza, su madre. “Poco a poco he ido buscando información y conversando con los profesores, algunos ya le están adaptando el material, como el de matemática e inglés. Les expliqué la situación de mi niña que tiene Síndrome Down y me dijeron que con ella iban a trabajar diferente”.  

Según el Censo Escolar 2019, en nuestro país cerca de 90 mil estudiantes tiene alguna necesidad educativa especial. De ese total, el 52% (35 026) son estudiantes con discapacidad intelectual, población que no viene siendo atendida por el sector educación en el contexto del Covid-19.  

“La pandemia ha comprobado que los estudiantes con discapacidad son los últimos en la política educativa del MINEDU, esto se evidencia en la falta de accesibilidad integral de las plataformas de educación virtual sumada a una deficiencia estructural en el funcionamiento y número de servicios de apoyo, lo que hace que “Aprendo en casa” sea insuficiente para los estudiantes con discapacidad”,  sostiene Pamela Smith, directora de Sociedad y Discapacidad (Sodis), organización fundada por el ex congresista Javier Diez Canseco. 

Smith añade que “urge que el MINEDU conforme un sistema que brinde apoyo a estudiantes y sus familias; y que ponga a disposición, recursos y apoyos para los docentes a través de diferentes plataformas, a fin de asegurar que incluyan a los estudiantes con discapacidad en las clases a distancia que el sector educación viene impartiendo”, dice. 

Joaquín, también con Síndrome Down, tiene 11 años, él tampoco pudo iniciar sus estudios a distancia con clases y materiales adaptados a sus capacidades. Su madre, Gissely Alvarado, señala que ella, sin ser docente, venía adaptando los materiales educativos de su hijo. “Recién ayer he logrado que sus maestras adapten materiales por cada curso. La emergencia sanitaria ha generado mayor distanciamiento entre el colegio y mi hijo, nos hemos dado cuenta que no estaba aprendiendo y que los materiales adaptados no eran los que él necesitaba de acuerdo a sus capacidades”, sostiene Gissely. 

Daleshka y Joaquín tienen suerte, pues sus madres han suplido la ausencia del Servicio de Asesoramiento y Atención a las Necesidades Educativas Especiales (SAANEE) durante la emergencia sanitaria, servicio que antes de la pandemia apenas lograba cubrir el 17% de escuelas regulares donde están matriculados niños, niñas y adolescentes con discapacidad. 

Para SODIS, organización que desde más de 30 años trabaja en temas de políticas públicas destinadas a promover el ejercicio de derechos de las personas con discapacidad, es urgente que el Ministerio de Educación revise la política de educación inclusiva que ha sido implementada hace más de una década. La pandemia ha evidenciado que las graves falencias con las que batallan los estudiantes con discapacidad en el cotidiano, como la insuficiencia de equipos de apoyo, la falta de docentes capacitados y un presupuesto escaso. Solo de esta forma se podrá prevenir el atraso o abandono escolar, que acrecienta la brecha de inclusión de este sector poblacional. 

Yo siempre le he estado adaptando sus temas a mi hija, igual ha sido en primaria”, comenta Irma, pues en la IE donde siempre ha estudiado Daleshka, el apoyo del SAANEE solo llegó durante el primer y segundo grado de primaria. En los siguientes grados fue la misma Irma quien tuvo que brindar el acompañamiento y asesoramiento a los profesores para que éstos pudieran incluir a su hija. “Ahora que estoy yo acá en casa, la apoyo, le explico, pero no sé qué va a pasar cuando sea presencial. Ella no puede escribir rápido, necesita que estén con ella, explicándole, guiándola, buscando las formas, pero en las clases presenciales, ¿qué trabajaría, le darán su tiempo o le adaptarán el tema?” se pregunta Irma.  

Smith señala que el servicio educativo actual es incapaz de abastecer la demanda con los recursos y apoyos que se requieren. “Resulta necesario pensar en un rediseño de alternativas, en una re-estructuración del sistema educativo. Es también importante fiscalizar a la escuela privada. No podemos permitir que el aislamiento social profundice la brecha educativa”, finaliza.

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