El 5,9% de la población adulta en Perú padece diabetes, lo que representa un desafío significativo para la salud pública. La retinopatía diabética es una de las complicaciones más graves de esta enfermedad y es también una de las principales causas de ceguera en adultos. A medida que la prevalencia de la diabetes continúa aumentando, es crucial que los pacientes comprendan cómo prevenir y tratar esta afección ocular para proteger su visión.
La retinopatía diabética afecta los vasos sanguíneos de la retina y cuando los niveles de glucosa en sangre son elevados durante largos periodos, estos vasos pueden dañarse, provocando fugas, hinchazón y, en casos graves, desprendimiento de retina.
Prevención y tratamiento
La clave para prevenir la retinopatía diabética es mantener un control riguroso de la diabetes, lo que incluye mantener niveles adecuados de glucosa en sangre, presión arterial y colesterol. Los exámenes oculares anuales con dilatación pupilar son fundamentales para detectar cualquier signo temprano de retinopatía.
«Las visitas regulares al oftalmólogo son cruciales para la detección temprana de la retinopatía diabética. Un examen ocular completo puede identificar cambios en la retina antes de que aparezcan los síntomas, lo que permite un tratamiento temprano y puede prevenir la progresión de la enfermedad y la pérdida de visión», comenta el Dr. Benites Falconí, médico oftalmólogo de Oculaser.
Los tratamientos para la retinopatía diabética incluyen:
- Fotocoagulación con láser: un láser que sella o destruye los vasos sanguíneos anormales en la retina, previniendo el sangrado y estabilizando la visión.
- Inyecciones intravítreas: medicamentos que reducen la hinchazón y detienen el crecimiento de nuevos vasos sanguíneos.
- Vitrectomía: cirugía para remover la sangre o el tejido cicatricial de la retina.
La retinopatía diabética puede tener un impacto significativo en la calidad de vida de los pacientes, afectando su capacidad para realizar tareas cotidianas como leer, conducir y reconocer rostros. Sin embargo, con un manejo adecuado y diagnóstico temprano, es posible prevenir la pérdida de visión y mantener una buena calidad de vida.