Antes de la pandemia, el teletrabajo era una opción para algunos. Hoy, se ha convertido en una realidad para millones de personas en todo el mundo, manifestándose en diversas modalidades. Pero, ¿es realmente una ventaja o un desafío? En Perú, la legislación sobre teletrabajo (Ley N° 31572) ha sufrido cambios significativos en los últimos años, lo que ha provocado un debate sobre el equilibrio entre la flexibilidad y el control en esta modalidad laboral.
Este artículo invita a la reflexión sobre cómo el teletrabajo puede ser una herramienta poderosa, siempre y cuando se gestione adecuadamente en el marco de un entorno laboral cambiante. ¡Es hora de repensar el futuro del trabajo en Perú!
La Ley N° 31572 (LTT) marcó un hito al generalizar el teletrabajo como una modalidad contractual en Perú, reemplazando al trabajo remoto que se había implementado de urgencia durante la pandemia. Esta ley buscaba proporcionar un marco más estructurado para esta forma de trabajo a distancia, aprovechando las tecnologías digitales para permitir a los empleados desempeñar sus funciones fuera de la oficina tradicional.
A casi dos años de la publicación de la LTT, los resultados no han sido uniformemente positivos. Muchas organizaciones que habían adoptado el teletrabajo a tiempo completo han optado por regresar a la oficina o implementar sistemas híbridos. Esta tendencia refleja los desafíos que enfrentan los empleadores para supervisar eficazmente el trabajo a distancia, lo que ha llevado a solicitudes de ajustes en la normativa.
¿Qué implican estos cambios para los trabajadores peruanos?
La Ley N° 32102 introdujo cambios significativos en los derechos y obligaciones de los teletrabajadores. Por un lado, ofrece protecciones adicionales, como la prohibición de descuentos salariales por cortes de energía o internet. Por otro lado, impone restricciones que podrían socavar la flexibilidad inherente al teletrabajo.
Aspectos positivos:
- Mayor protección salarial en caso de problemas técnicos.
- Énfasis en la salud ocupacional, promoviendo pausas activas.
- Consideración de la confidencialidad en el manejo de información fuera de la oficina.
Aspectos controvertidos:
- Limitaciones a la movilidad del teletrabajador durante la jornada laboral.
- Posible reversión del teletrabajo si no se justifican actividades distintas a las laborales.
- Falta de claridad en los mecanismos de evaluación de riesgos en el lugar de teletrabajo.
El dilema de la fiscalización vs. la autonomía
La nueva normativa parece inclinarse hacia un control más estricto de las horas trabajadas, lo que podría erosionar una de las principales ventajas del teletrabajo: la flexibilidad. Este enfoque corre el riesgo de privilegiar el tiempo sobre los resultados, contradiciendo la filosofía que ha hecho del teletrabajo una opción atractiva para muchos profesionales.
Hacia un futuro equilibrado
De acuerdo a Luis Valderrama, asociado del área laboral de Quantum Consultores, para que el teletrabajo en Perú alcance su pleno potencial, es necesario encontrar un equilibrio entre la necesidad de regulación y la preservación de la flexibilidad. Un enfoque más matizado podría:
- Enfatizar la medición del desempeño basada en resultados más que en horas de conexión.
- Proporcionar lineamientos claros para la evaluación de riesgos sin invadir la privacidad del teletrabajador.
- Fomentar la formación de rutinas laborales saludables y mecanismos de interacción efectivos entre equipos remotos.
- Promover una cultura de confianza y autonomía responsable.
El teletrabajo representa una oportunidad para reimaginar la relación entre empleadores y empleados, potenciando la productividad y el bienestar. Sin embargo, para capitalizar plenamente sus beneficios, Perú necesita un marco regulatorio que proteja a los trabajadores sin sofocar la innovación y flexibilidad que hacen del teletrabajo una opción tan atractiva en primer lugar.
La evolución del teletrabajo en Perú está en una encrucijada. El camino que se elija determinará si esta modalidad se consolida como una alternativa viable y beneficiosa para todos o si se convierte en una oportunidad perdida en el mundo laboral del siglo XXI.