Tres jóvenes atletas refugiados de Sudán del Sur participaron esta semana en el Campeonato Mundial U20 de Atletismo, que se celebró en Lima del 27 al 31 de agosto en las instalaciones de La Videna. El evento congregó a más de 1.500 deportistas provenientes de 134 países. Entre ellos, se destacaron Dario (18), Zinad (17) y James (19), quienes encontraron refugio en el campo de refugiados de Kakumaen Kenia, tras verse obligados a huir de su país natal, Sudan del Sur debido al conflicto armado. Hoy, estos tres jóvenes forman parte del equipo de Atletas Refugiados de World Athletics, órgano de gobierno del atletismo a nivel mundial. A través de un programa piloto, World Athletics ofrece a atletas refugiados una plataforma para poder competir al más alto nivel.
Además de su participación en la competencia, los atletas refugiados se unieron a un evento comunitario organizado por ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, en colaboración con la Municipalidad de Chorrillos, World Athletics y la Federación Peruana de Atletismo. Este evento, que tuvo lugar el 31 de agosto, reunió a los atletas conrefugiados venezolanos residentes en Perú y a la comunidad local, creando un espacio de intercambio y solidaridad. Los atletas compartieron sus experiencias, mostrando cómo el deporte puede ser una herramienta poderosa para superar la adversidad y construir un futuro más prometedor.
“Estoy muy feliz por haber tenido esta oportunidad. Nunca pensé que competiría a nivel internacional, pero siempre intento entrenar duro para hacer lo mejor que pueda. Es muy difícil para nosotros entrenar en el campo de refugiados de Kakuma, nos falta el equipamiento que necesitamos, y debido a las condiciones, el tiempo y el clima, solo podemos entrenar antes de que salga el sol por un tiempo corto para luego ir a la escuela”, compartió James, uno de los jóvenes atletas refugiados.
Laura Almirall, representante de ACNUR en Perú, subrayó la importancia de la participación de estos atletas en el evento mundial, señalando que «su presencia no sólo simboliza la esperanza y la resiliencia de millones de refugiados en todo el mundo, sino que también pone de manifiesto el impacto positivo del deporte en la vida de quienes han sido forzados a dejar sus hogares».
A través de iniciativas como esta, ACNUR buscaproporcionar un entorno seguro y reafirma el poder del deporte para ayudar a superar desafíos relacionados con el desplazamiento, mejorar la salud mental y física, desarrollar confianza, habilidades y unir a individuos y comunidades.