El linfoma es un tipo de cáncer que se desarrolla en el sistema linfático, una parte esencial del sistema inmunológico. Este sistema, compuesto por ganglios linfáticos, el bazo y la médula ósea, actúan como la defensa del cuerpo contra infecciones. Sin embargo, cuando las células del sistema linfático se transforman en cancerosas, pueden afectar no solo los ganglios, sino también otros órganos como el hígado, el bazo, la médula ósea o incluso el sistema digestivo.
En Perú, según datos del Ministerio de Salud y el Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas (INEN), se registraron 1.349 casos nuevos de linfoma entre los años 2020 y 2021. De estos, 149 fueron de linfoma de Hodgkin y 1,200 de linfoma No Hodgkin.
Lima es una de las regiones con más casos registrados, concentrando 806 de estos casos. La mayor incidencia se observó en pacientes mayores de 65 años, seguidos por aquellos entre 50 y 64 años. Estos datos subrayan la importancia de la detección temprana y el acceso a tratamientos especializados.
“El linfoma es el cáncer hematológico más frecuente y puede originarse en los ganglios, el bazo, la médula ósea y eventualmente en cualquier órgano del cuerpo. Aproximadamente dos tercios de los casos son ganglionares, pero un tercio puede afectar sitios extra ganglionares, como el estómago, la piel o el sistema nervioso”, explica Raimundo Gazitúa, subdirector Médico de Hematología Oncológica de FALP.
El linfoma se clasifica en dos tipos principales: el Linfoma de Hodgkin, que afecta principalmente a jóvenes entre los 20 y 40 años, cuya tasa de curación es alta, con 8 de cada 10 pacientes que responden bien a la quimioterapia. Por otro lado, el Linfoma No Hodgkin es más común en adultos mayores. El especialista explica que, en general, los linfomas de Hodgkin tienen mejor pronóstico que los no Hodgkin. “Los linfomas de alto grado deben tratarse rápidamente, pero entre un 50% y un 60% de los pacientes se curan con quimioterapia e inmunoterapia”, agrega.
El crecimiento de los ganglios linfáticos (adenopatía) es la señal más común de un linfoma, pero hay otros síntomas importantes a tener en cuenta. Si experimentas alguno de los siguientes, es importante consultar con un médico:
- Ganglios que miden más de 1,5 cm.
- Consistencia dura e indolora.
- No se mueven al ser palpados.
- Persiste por más de un mes.
- Otros síntomas, fiebre inexplicada, sudoración nocturna, pérdida de peso significativa.
El tratamiento del linfoma ha avanzado considerablemente en los últimos años. Hoy en día, los pacientes pueden recibir una combinación de terapias que incluyen:
- Quimioterapia: El tratamiento más común y efectivo en muchos casos, especialmente en linfoma de Hodgkin.
- Inmunoterapia: Ayuda al sistema inmunológico a atacar las células cancerosas.
- Radioterapia: Se utiliza en algunos casos para eliminar restos de células malignas.
- Trasplante de médula ósea: Este procedimiento, utilizado en linfomas que no responden a otros tratamientos, implica el uso de células madre para regenerar el sistema inmunológico del paciente.
“Para los linfomas que recaen o no responden al tratamiento inicial, el trasplante de médula ósea es una alternativa terapéutica clave. En la mayoría de los casos, usamos un trasplante autólogo, donde se implantan las propias células madre del paciente para estimular la regeneración de células sanguíneas tras una quimioterapia intensa”, explica el Dr. Gazitúa de FALP.
Detectar el linfoma a tiempo puede marcar la diferencia entre un tratamiento exitoso y complicaciones a largo plazo. Con los avances en los tratamientos disponibles, como la quimioterapia, inmunoterapia y trasplantes de médula ósea, cada vez más pacientes logran una recuperación exitosa. La clave está en estar atentos a los síntomas y actuar rápido ante cualquier signo de alarma.