Perú atraviesa una de las crisis ambientales más graves de las últimas décadas. Los incendios forestales están devastando ecosistemas de todo tipo a lo largo de todas las regiones del país. Sin embargo, la gran mayoría se presentan en la Cuenca Amazónica, poniendo en peligro la vida de miles de comunidades indígenas y amenazando el equilibrio de una de las regiones más frágiles y biodiversas del planeta.
Aunque la real afectación de los incendios se conocerá realmente al finalizar la temporada, sabemos que, hasta el 2023, los incendios forestales ya venían siendo la causa del 7% de la deforestación en la Amazonia.
Brenda Toledo, gerente de datos por y para el bosque de la ONG Cool Earth, explica que son varios los factores que han creado el escenario perfecto para que estos incendios se propaguen sin control que podemos agrupar en tres: “Efectos locales de cambio climático, como la sequía extrema a escala continental y temperaturas extremas registradas durante septiembre; los fines detrás del acelerado cambio de usos de suelo, que incluye la expansión de la frontera agrícola y colonización de la Amazonia, fuertes presiones empresariales e incluso avance de actividades ilegales, todo ello amparado en el sostenido debilitamiento de la normativa que protege los bosques del Perú; así como la falta de estrategias nacionales de prevención y respuesta a desastres en territorios amazónicos”.
A pesar de la gravedad de la situación, la respuesta del gobierno ha sido limitada, generando una estrategia de búsqueda de culpables simplista en lugar de acciones tempranas para mitigar la escalada de la emergencia, atribuyendo los incendios a “prácticas ancestrales”.
Una respuesta insuficiente del Estado
Las comunidades indígenas se enfrentan a condiciones climáticas extremas y constante invasión de colonos, empresas depredadoras e incluso actividades ilegales. En consecuencia, se ha dejado a estas poblaciones en un estado de abandono luchando contra el fuego, pues solo existen tardías y desprovistas respuestas del Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci) y las Fuerzas Armadas quienes llegan – o no llegan incluso – a destiempo y sin recursos o equipos para enfrentar la emergencia.
Las organizaciones indígenas señalan que las políticas del gobierno son ineficientes y que la legislación actual, una de las más punitivas en América Latina, no ofrece un marco integral para el manejo del fuego desde una mirada social e intercultural.
El liderazgo indígena frente a la emergencia
Ante este escenario, la Central Asháninka del Río Ene (CARE), en colaboración con la organización Cool Earth, ha tomado un rol protagónico con la implementación del proyecto PAAMARI, “fuego” en Asháninka. El proyecto combina el conocimiento ancestral con estrategias modernas de combate al fuego para la prevención, control y mitigación de incendios forestales en la cuenca del Río Ene.
La Escuela PAAMARI, creada en el marco del proyecto, ha capacitado a comités de autodefensa en 19 comunidades indígenas para prevenir y combatir los incendios. A través de esta iniciativa, los conocimientos ancestrales asháninka se han fortalecido con nuevas técnicas de control de fuego, creando un frente de defensa en el corazón de la Amazonía.
“Nuestro centro de monitoreo continuo nos muestra que vamos por buen camino para disminuir los incendios en el Valle del Ene, pero esto es resultado de 2 años de trabajo fortaleciendo conocimientos sobre incendios y sobre todo sensibilizando para la prevención”, expone Angel Pedro, presidente de la Central Asháninka del Río Ene.
El proyecto PAAMARI: Un ejemplo de resiliencia
PAAMARI se ha consolidado como una iniciativa clave en la lucha contra los incendios forestales en la Amazonía peruana. Sus tres líneas de acción—capacitación en prevención y combate, comunicación e incidencia política, y monitoreo para alertas tempranas con alcance comunitario—han demostrado ser eficaces para reducir el número y la extensión de los incendios, al tiempo que fortalecen la autonomía de las comunidades indígenas en la defensa de su territorio.
En medio de esta crisis, es crucial que se reconozca el rol de las comunidades indígenas en la protección de la Amazonía y que se ponga en valor sus estrategias de adaptación para enfrentar los efectos locales de la crisis climática. Las comunidades indígenas requieren apoyo directo del Estado para seguir siendo el frente de primera línea contra una amenaza real como los incendios forestales en un escenario de crisis climática.