La fibromialgia es la causa más común de dolor generalizado crónico, acompañado usualmente de fatiga, trastorno del sueño y alteraciones en funciones intelectuales como la atención y memoria. Es la tercera enfermedad musculoesquelética más común, después de artrosis y lumbalgia; y puede asociársele en el 60% de los casos a depresión y con menor frecuencia a ansiedad, síndrome de ansiedad generalizada o ataque de pánico. Adicionalmente puede acompañarse de trastornos como colon irritable, migraña, cefalea tensional y dolor temporomandibular. La pobre calidad de vida de los pacientes con fibromialgia puede conducir que hasta el 20% pierda su trabajo.
El Dr. Héctor Quevedo Solidoro, reumatólogo de la Clínica Stella Maris señala que hay varios factores que contribuyen al desarrollo de fibromialgia como:
● Predisposición genética: los hijos de padres con fibromialgia tienen una probabilidad de 7 veces más de desarrollar fibromialgia comparado con hijos de padres sin fibromialgia.
● El estrés, que se asocia como eventos desencadenantes o anteceden a las recaídas de esta enfermedad a lo largo de la vida.
● Otro factor es la falta de habilidad bio-psicológica de adaptarse al estrés.
Hasta hoy no existe un examen auxiliar (como análisis de laboratorio o estudio de imágenes) que permita diagnosticar fibromialgia. Su diagnóstico se basa en la presencia del dolor diseminado y los síntomas de fatiga, trastorno del sueño, cansancio permanente y demás comorbilidades.
El Dr. Héctor Quevedo señala que, como muchos factores contribuyen al desarrollo de fibromialgia, el tratamiento debe considerar la diversidad de síntomas que manifiesta el paciente. De igual manera, debe incluir la educación del paciente, de manera que, comprendiendo las causas, los síntomas y la evolución de la enfermedad, los pacientes colaboren activamente en sus cuidados.
Se ha demostrado en múltiples investigaciones que el ejercicio físico aeróbico reduce el dolor y mejora las funciones físicas. En los pacientes que no están en condiciones físicas apropiadas, pueden empezar por un régimen mínimo de caminatas de 20 minutos, tres veces a la semana, incrementándolos progresivamente. Otros ejercicios alternativos son el ciclismo, natación, baile o pilates. Los ejercicios deben ser efectuados con regularidad, de preferencia efectuarlos en las mañanas.
El tratamiento con medicamentos es elegido por el médico tratante y es personal según los síntomas. La duración del tratamiento suele ser prolongado y cuando el paciente consigue una mejoría sostenida, se puede reducir la dosis de medicamentos de manera gradual y supervisada por el especialista. Asimismo, se recomienda la psicoterapia como parte del tratamiento de esta enfermedad.