Con una inversión de más de 24,000 millones de soles, se espera que la Nueva Carretera Central –calificada como la obra más grande de la historia del Perú y que incluirá túneles y viaductos elevados– dinamice el flujo de transporte y mejore la conectividad de las regiones, según sostuvo el economista de la Red de Estudios para el Desarrollo (REDES), Dittmer Quispe. La culminación de esta importante obra está prevista para el 2031, 10 años después del anuncio de su construcción.
“La actual Carretera Central conecta Lima con la sierra y selva central, por lo que juega un rol importante en el tránsito de personas y mercancías al interior del país. Una expansión de la capacidad del tráfico vehicular desde Lima al centro y viceversa permitirá tiempos más cortos de viaje y agilizará tanto el comercio interno como el turismo doméstico, resultando en un beneficio económico para los millones de peruanos que utilizan esta vía”, explicó Quispe.
Los productos que se transportan a través de la Carretera Central varían según su destino. Aquellos que se dirigen desde el centro hacia la capital son mayoritariamente alimentos perecibles (25%), minerales no metálicos (25%) y materiales de construcción (23%), de acuerdo con el Ministerio de Transporte y Comunicaciones (MTC).
En el caso de las mercancías que se transportan desde Lima hacia la sierra y selva central, la misma entidad destaca que las más importantes son materiales de construcción (32%), alimentos no perecibles (27%) y alimentos perecibles (15%).
“Al tener actividades productivas diferentes, las regiones con acceso a la Carretera Central –Lima, Junín, Huánuco, Pasco, Huancavelica y Ucayali– dependen de esta vía no solo para transportar sus productos, sino también para abastecer el mercado de productos que no se producen localmente” sostuvo el economista.
Congestión y accidentes, problemáticas frecuentes
La actual Carretera Central enfrenta serios problemas de congestión y accidentes de tránsito frecuentes, a pesar de ser una de las vías más importantes del Perú. Según el MTC, esta carretera fue diseñada para soportar un tráfico de 4,000 vehículos diarios. Sin embargo, OSITRAN reportó en 2014 un tráfico promedio de aproximadamente 6,000 vehículos por día, evidenciando un significativo exceso de capacidad. Bajo este contexto, se espera que la nueva Carretera Central cuente con cuatro carriles (dos en cada dirección); en contraste con la actual, que solo tiene dos carriles (uno en cada sentido).
De acuerdo con el especialista, los problemas de congestión vehicular se ven agravados por factores climatológicos que pueden ocasionar accidentes u obstrucciones. Por ejemplo, en la ruta hacia La Oroya, durante la temporada de heladas, las carreteras pueden congelarse y volverse más resbaladizas para los vehículos. De manera similar, agregó que en el trayecto hacia Lima en verano, existe el riesgo de deslizamientos de huaicos.
“Si hay retrasos en la llegada de pasajeros y productos, los negocios pueden verse perjudicados y no abastecer los mercados a tiempo, interrumpiendo la cadena de suministro. Asimismo, los bloqueos de la carretera a causa de protestas sociales pueden ocasionar que los alimentos incluso lleguen a malograrse” precisó Quispe.
Al encontrarse con obstrucciones en la carretera, algunos conductores optan por tomar rutas alternas que carecen de asfalto para llegar a tiempo a su destino Sin embargo, al utilizar vías que no están habilitadas para el tránsito en dos sentidos, los transportistas arriesgan sus vidas.
“Es crucial invertir en infraestructura para estimular el crecimiento económico local, pues un sistema de transporte eficiente no solo facilita el acceso a centros de salud o educación, sino que también fomenta una mayor productividad laboral al reducir los tiempos de desplazamiento. Además, una infraestructura vial sólida atrae inversiones y fomenta la creación de más empleos al hacer las áreas más accesibles, seguras y atractivas”, concluyó el economista de REDES.