Para el 2050, más de mil millones de personas vivirán en ciudades sin suficiente agua, pues a medida que se incrementa la población, también crece la necesidad de abastecimiento, según datos del Banco Mundial. Y el Perú no está fuera de ese peligro, pese a ser uno de los países con mayor reserva de agua dulce en el mundo
El profesor e investigador de la Universidad del Pacífico, José Luis Bonifaz sostiene que el estrés hídrico (demanda de agua más alta que la cantidad almacenada) promedio a nivel nacional es muy bajo en comparación con otros países vecinos, aunque considera que su disponibilidad no está distribuida de manera heterogénea.
Por ejemplo, la costa peruana concentra el 70% de la población, pero solo cuenta con el 1.8% del total de agua que se produce. “En Perú no debería haber riesgo de estrés hídrico. El problema recae en que el agua no está en todas las zonas que se necesita. No se debe confundir estrés hídrico con eficiencia en el uso del agua”, remarca el profesor de Economía de la UP.
Al observar el estrés hídrico por regiones, vemos que América Latina y el Caribe y África Sub-Sahariana son las regiones que presentan los niveles más bajos (6%), experimentando un comportamiento irregular.
Por un lado, Argentina tiene un estrés hídrico de alrededor de 10%, por otro lado, Perú, Brasil, Colombia, Paraguay y Bolivia mantienen un estrés hídrico inferior a 5%.En contraste, África del Norte (84%) y Asia Central y Meridional con (71%) poseen las tasas más altas, mientras que Europa y América del Norte registraron un estrés hídrico del 12% en 2020.
AGUA PARA LA PROSPERIDAD
Como parte del 10º Foro Mundial del Agua: “Agua para la prosperidad”, desarrollado en Indonesia, el investigador de la UP colaboró en el Informe Regional de América del Sur, brindando acciones importantes a tomar en cuenta para la concientización de este recurso vital en el mundo.
El docente enfatiza que el valor de los recursos hídricos muchas veces queda de lado por la atención a otras prioridades, lo cual evidencia la necesidad de una aceleración en los esfuerzos dedicados al Objetivo de Desarrollo Sostenible 6 para garantizar, hasta 2030, el acceso universal al agua y saneamiento.
Sin alcanzar este objetivo, difícilmente se podrán alcanzar las otras metas establecidas en la Agenda 2030, desde la erradicación de la pobreza y del hambre, hasta la expansión de la educación y la creación de ciudades resilientes.
“Es necesario fortalecer las acciones para la seguridad hídrica, implementar una eficiente reducción y gestión del riesgo de catástrofes, además de garantizar la reducción de contaminantes. Resulta urgente organizar adecuadamente nuestra gobernanza, la cooperación y la hidrodiplomacia. Es necesario asegurar la financiación sostenible del agua e incentivar la difusión del conocimiento y la innovación”,sostiene Bonifaz.
Asimismo, remarcó algunas de las acciones puntuales a corto plazo para enfrentar la problemática del estrés hídrico:
• Articular acciones sectoriales y multisectoriales para generar políticas orientadas a mejorar la eficiencia de la prestación de los servicios de agua y saneamiento.
• Conservar y gestionar de manera sostenible las fuentes de agua para asegurar la disponibilidad del recurso hídrico, sobre todo en un creciente entorno de eventos naturales extremos y cambio climático.
• Avanzar en políticas que impulsen la capacitación y educación en materia de reúso de agua para riego, atendidas ya las brechas tecnológicas y normativas que garanticen la seguridad de su uso.