Lima.- Según la Encuesta Nacional de Demografía y Salud (ENDES) 2024, la desnutrición crónica afecta al 12.1% de niños peruanos menores de 5 años1. A ello se suma la anemia infantil, la cual alcanza el 43.7% en aquellos de menos de 3 años2. Ambas condiciones, asociadas a la malnutrición , afectan negativamente la salud y la capacidad de aprendizaje, lo que evidencia la importancia de la detección temprana para prevenir consecuencias irreversibles3.
De acuerdo con Youmi Paz, doctora en nutrición y alimentos, estas patologías que no solo se asocian a la falta de alimentos, sino también a una dieta poco variada o deficiente en nutrientes esenciales. “Estas son ocasionadas por múltiples factores como los malos hábitos de alimentación, la carencia de agua potable, la falta de atención médica adecuada, y la limitada educación nutricional en el país”, explica.
Frente a esta situación, la Dra. Paz resalta la importancia de comprender el grave impacto de la desnutrición infantil y la anemia, pues comprometen profundamente el desarrollo y el futuro de quienes la padecen. “Las repercusiones se manifiestan durante la infancia a través de dificultades para el aprendizaje, tallas bajas y un sistema inmunológico debilitado que los hace más vulnerables a infecciones. Sin embargo, sus efectos se extienden a lo largo de la vida, dando lugar a adultos con menor capacidad de alcanzar su máximo potencial físico y cognitivo, limitando su productividad y perpetuando el círculo de pobreza”, subraya.
No obstante, la doctora asegura que la malnutrición puede prevenirse si se identifica y atiende a tiempo. En esa línea, da a conocer los principales signos de alerta para que padres y cuidadores la reconozcan y actúen de inmediato:
- Retraso en el crecimiento: cuando la talla de un niño es menor a la esperada para su edad, puede ser un signo de desnutrición crónica que compromete su desarrollo físico. Un escenario similar se observa con la anemia, una condición que repercute en el crecimiento y bienestar de quienes la padecen.
- Cansancio y falta de energía: los niños con desnutrición suelen mostrar menor vitalidad, lo que limita su capacidad de jugar, relacionarse con otros y aprender. En el caso de la anemia, la reducción de hemoglobina disminuye el transporte de oxígeno en el organismo, lo que provoca debilidad y baja resistencia física. Estas condiciones no solo afectan la salud de los niños, sino también su desarrollo a largo plazo.
- Mayor vulnerabilidad a infecciones: la desnutrición debilita el sistema inmunológico de los menores, lo que facilita que contraigan infecciones comunes, como diarrea o enfermedades respiratorias. Un panorama similar se observa con la anemia, donde la deficiencia de hierro también puede aumentar el riesgo de infecciones.
- Dificultades en el aprendizaje: la desnutrición y la anemia afectan directamente el desarrollo y crecimiento mental y cerebral de los niños, lo que se traduce en dificultades para el aprendizaje y en una reducción del coeficiente intelectual. Esta situación puede comprometer la productividad futura en el ámbito laboral y contribuir a la perpetuación de entornos de pobreza.
De acuerdo con la Dra. Youmi Paz, fomentar hábitos como el consumo de alimentos ricos en hierro y proteínas de origen animal desde la infancia, sienta las bases sólidas para una buena salud a lo largo de la vida. Por ello, la educación nutricional impartida por los profesionales de la salud hacia padres y cuidadores es clave para prevenir la desnutrición y la anemia.
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