Un equipo de investigadores de la Universidad Internacional de Valencia (VIU) – perteneciente al Grupo Planeta Formación y Universidades – liderado por el Dr. Vicente Andreu y la Dra. Elisabet Navarro, en colaboración con el servicio de neonatología del Hospital Clínic-Maternitat de Barcelona, han llevado a cabo una investigación pionera que evalúa el efecto de la administración de probióticos en el neurodesarrollo de neonatos prematuros a los dos años de vida, así como su impacto en variables críticas como la mortalidad, los días de estancia hospitalaria y la incidencia de sepsis tardía, una de las principales causas de morbilidad y mortalidad en bebés de edad temprana, concretamente entre la primera semana y los tres meses de vida.
Los resultados del estudio mostraron que la mezcla probiótica tuvo un impacto positivo significativo en el desarrollo del lenguaje en comparación con el grupo de control -el grupo de participantes de una experimentación o estudio científico que no es intervenido-. Asimismo, se observó una menor incidencia de sepsis tardía, concretamente, un 7% en el grupo probiótico frente al 16% en el grupo control, y una disminución de casi el 50% en la duración de la estancia en la unidad de cuidados intensivos (UCI). También se registraron menores deficiencias neurocognitivas en el grupo tratado con probióticos, con una incidencia hasta cuatro veces mayor en el grupo control.
“Se trata del primer estudio en demostrar que ciertas mezclas probióticas pueden beneficiar el neurodesarrollo de los neonatos prematuros, así como reducir su estancia en la UCI”, asegura la Dra. Elisabet Navarro, Coordinadora del Máster Universitario en Epidemiología y Salud Pública de la Universidad Internacional de Valencia (VIU).
Los investigadores sugieren que estos beneficios podrían estar relacionados con la capacidad de las cepas probióticas para reducir patógenos intestinales, disminuir la inflamación, restaurar la expresión de proteínas clave para el crecimiento neuronal, así como mejorar la nutrición del neonato facilitando la digestión de los azúcares presentes en la leche materna.
Para llevar a cabo este estudio, los investigadores se centraron en neonatos nacidos antes de la semana 32 de gestación y con un peso inferior a 1,5 kilogramos, un grupo que generalmente presenta un desequilibrio intestinal debido a la inmadurez de su microbiota, el uso temprano de antibióticos y la nutrición parenteral, que es un método de alimentación que se suministra a través de las venas para proporcionar los nutrientes que el cuerpo necesita.
Durante dos años, el equipo analizó a 109 neonatos a los que se les administró una mezcla probiótica compuesta por cepas específicas de Bifidobacterium bifidum y Lactobacillus acidophilus. Por otro lado, el grupo de control estuvo compuesto por 124 neonatos prematuros que no recibieron probióticos. Todos los participantes fueron sometidos a un programa de seguimiento estandarizado para prematuros de alto riesgo hasta los 24 meses de edad, con evaluaciones cognitivas, motoras y lingüísticas para detectar posibles retrasos en su desarrollo. Además, se recogieron datos sobre la incidencia de enterocolitis necrotizante, mortalidad, sepsis tardía, retinopatía y estancia en cuidados intensivos tras el nacimiento.
La International Probiotics Association (IPA), reconocida como “la voz mundial de los probióticos”, ha destacado este estudio en un reciente artículo sobre probióticos y neurodesarrollo en recién nacidos prematuros. Tanto la organización como los investigadores subrayan la importancia de administrar estos productos con cautela en poblaciones vulnerables. Tanto es así que, el Dr. Vicente Andreu, Director de Investigación de la Universidad Internacional de Valencia (VIU) afirma que, “aunque en general se ha visto un beneficio de los probióticos es esencial utilizar siempre cepas que han sido probadas en estudios clínicos y han pasado estrictos controles para su comercialización. No todos los probióticos sirven para todo”.