El estrés en el trabajo es un problema que debemos enfrentar conjuntamente ya que no se trata de un problema individual, pudiendo afectar a las personas trabajadoras de todas las categorías y profesiones. El estrés laboral siempre ha estado presente en el trabajo pero se ha incrementado en intensidad e incidencia debido a las nuevas formas de organización del trabajo así como de las relaciones sociolaborales. Está demostrado que un buen clima laboral beneficia la salud física, mental y emocional de los empleados, y contribuye a alcanzar el desempeño y metas deseadas.
Lograr esto está en manos de las empresas. Estas deben implementar estrategias alineadas con las mejores prácticas en psicología organizacional y salud ocupacional. Como primer paso, se deben detectar cuáles son las causas de estrés más comunes.
“Cuando las demandas del trabajo exceden las capacidades de los empleados y el entorno laboral no cuenta con los recursos necesarios, los estresores se detonan”, comentó Juan José Agún González, docente investigador de la Maestría Oficial en Prevención de Riesgos Laborales de la Universidad Internacional de Valencia – VIU. Es por ello que el especialista enumeró los principales detonantes de estrés laboral.
● Las tareas abrumadoras, plazos demasiado inmediatos y la constante de «incendios» y tareas de última hora.
● La sensación de no tener control sobre las tareas o decisiones laborales.
● No tener certeza sobre las expectativas y responsabilidades del puesto.
● Tener una mala relación con los compañeros o jefes.
● Tener inestabilidad en el puesto o temer ser despedido en cualquier momento.
● Falta de reconocimiento, sentir que el esfuerzo y el talento no son suficientemente reconocidos.
● Entornos del trabajo peligrosos o incómodos, no ergonómicos. Es un tema muy común en la modalidad de teletrabajo.
● No tener suficiente tiempo de calidad; imposibilidad de equilibrar las responsabilidades y separar el trabajo de la vida personal.
“Al detectar estas causas de estrés, las empresas deben promover una cultura de bienestar, fomentando un ambiente de trabajo positivo y respetuoso, así como políticas que prioricen la salud y el bienestar en la organización”, añadió el docente.
También es necesario intervenir el lugar de trabajo, por ejemplo, rediseñando las metodologías o incrementando la autonomía para permitirle al empleado fluir mejor y empoderarse de su cargo. Y por supuesto, brindarle capacitación y desarrollo profesional, que será percibida por el empleado como reconocimiento y apoyo.
Si el trabajo es presencial, es clave fomentar la actividad física. Las empresas pueden proveer instalaciones para el ejercicio, organizar actividades deportivas y de bienestar, e incentivar a la toma de descansos activos durante el día laboral.
Asimismo, se puede brindar opciones de alimentos saludables en las cafeterías y máquinas expendedoras, y ofrecer programas de educación nutricional y talleres de cocina saludable.
Por último, y quizás lo más importante, se debe incentivar el equilibrio entre trabajo y vida personal implementando políticas de horarios flexibles, desconexión digital y teletrabajo, así como promover el uso de vacaciones y tiempo libre, y apoyar a las personas en la conciliación de sus responsabilidades laborales y personales.
En tiempos donde todos vamos tan deprisa y la vida parece más abrumadora que antes, el aporte que hagan los lugares de trabajo para contribuir a la salud de los empleados será muy positivo. Recordemos que nuestro sitio de trabajo es casi nuestra segunda casa, y allí también debemos sentirnos tan cómodos como en la nuestra.