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Mi hijo no quiere bañarse: ¿qué hago?

Puede parecer una broma, pero un gran número de adolescentes pasa por una fase de no querer bañarse. En esta etapa de la vida, nuestros hijos experimentan grandes cambios físicos, hormonales y emocionales. Modifican sus necesidades, intereses y prioridades y para algunos asearse simplemente no es importante, prefieren tener más tiempo para jugar, conversar con
sus amigos o salir, explica la psicóloga Mary Castro de la Clínica Ricardo Palma.

Son varios los motivos por los que un púber decide no ducharse a diario. Desde pereza, rebeldía, hasta depresión. Aquí radica la importancia de que los padres observen el estado de ánimo y humor de sus hijos; ya que un descuido en sus hábitos de higiene y arreglo personal puede ser síntoma de baja autoestima. En estos casos, se recomienda buscar ayuda
profesional para ayudarlos a superar sus temores y miedos.

Sin embargo, si nota que su hijo adolescente está adquiriendo nuevos hábitos de higiene que no son los mejores porque tiene un fuerte olor corporal, tome en cuenta las siguientes recomendaciones de la especialista.

  1. Mantenga la calma y converse con su hijo sobre la importancia de ducharse: Explíquele por qué la higiene previene el desarrollo de infecciones en la piel, conjuntivitis, males gastrointestinales, entre otras afecciones y que en la adolescencia el cuerpo sufre una serie de cambios por lo que “eso de echarse colonia para disimular el olor corporal no funciona” y hay que bañarse.
  2. Evite las etiquetas: No use adjetivos para calificar su falta de higiene, lo único que conseguirá es empeorar la situación. Si le dice que es un apestoso o cochino terminará sintiéndose como tal y puede dañar su autoestima y confianza. Dígale que si insiste con la importancia del aseo y arreglo personal no es para que se moleste, sino porque es importante para su salud física y mental.
  3. Establezca una rutina de actividades: De esta manera, el momento del aseo solo es una de las cosas que debe hacer a lo largo del día y no es lo único que debe hacer. Puede preguntarle si prefiere bañarse en la mañana para ir fresco al colegio; en la tarde después de clases para recargarse de energía; o en la noche, para relajarse y dormir profundamente.
  4. Proponga cambios paulatinos: Incremente poco a poco la cantidad de veces que su hijo deba bañarse a la semana. Establezcan acuerdos, dígale que confía en su palabra y si no cumple, tendrá consecuencias.
  5. Hágale un seguimiento y monitoréelo: Ya que al ser un adolescente es normal que sea inestable y/o cambios de humor que pueden ser síntomas de depresión, etc.
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