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Muere el exlíder soviético Mijaíl Gorbachov a los 91 años

Rusia.- El último presidente de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y padre de la Perestroika, Mijaíl Serguéyevich Gorbachov, ha muerto este martes en Moscú a los 91 años. «Esta tarde, tras una larga y grave enfermedad, falleció Mijaíl Gorbachov»; señalaron fuentes del Hospital Clínico Central a la agencia RIA Nóvosti.

Pero para contar la historia de Gorbachov hay que empezar por el principio. Nació el 2 de marzo de 1931 en Privólnoye, en el seno de una familia campesina de un pequeño pueblo del Cáucaso Norte. Su familia quería haberle llamado Víktor, que en griego significa «el vencedor», pero el pope que lo bautizó (el sacerdote cristiano ortodoxo) le introdujo en el mundo como Mijaíl, que traducido del hebreo significa «igual a Dios».

Mijaíl (o Misha, como le llamaban por aquel entonces), era un niño revoltoso, curioso y obstinado. Pero también era un niño que se interesó muy pronto por la lectura. «Leía con fruición todo lo que caía en sus manos», según explica el periodista Francisco Herranz en su libro ‘Gorbachov, luces y sombras de un camarada’. Con apenas 13 años «comenzó a identificar el éxito en la vida con la lectura y la reflexión, y también con desplegar sus dotes de mando».

Fue la primera figura política destacada de la historia soviética que pasó su juventud en un pueblo y en el campo antes de hacer carrera en el Partido Comunista, según explica Herranz en su obra. Se convirtió en secretario del Partido Comunista Soviético en 1985, cuando tenía 54 años, y se había propuesto revitalizar el sistema introduciendo limitadas reformas políticas y económicas, pero aquellas reformas se volvieron en su contra.

Miajíl Gorbachov fue el mandatario que puso fin a la Guerra Fría sin derramamiento de sangre alguno, pero fracasó a la hora de prevenir el colapso de la Unión Soviética. Bajo su mandato la URSS firmó acuerdos de reducción de armas con Estados Unidos (EEUU) y forjó alianzas con potencias occidentales para eliminar el Telón de Acero que había dividido a Europa desde la Segunda Guerra Mundial.

El camino emprendido por Gorbachov a través de la Perestroika fue fundamental para lograr hitos como la reunificación de Alemania.

La primera referencia a la necesidad de una «reforma radical» no meramente cosmética se produjo en el transcurso del XXVII Congreso del PCUS, celebrado en febrero de 1986. Y en julio de ese mismo año equiparó su famosa Perestroika con la auténtica revolución: «La Perestroika es un proceso revolucionario porque es un salto adelante en el desarrollo del socialismo, en la realización de sus características», dijo entonces.

Era un político que «acomodaba su mensaje a la audiencia (…). Sentó la premisa de que el cambio cultural debía ejecutarse más rápido que la organización política y económica», cuenta Herranz en su libro. El objetivo de Gorbachov era que la URSS «entrara en el siglo XXI como una gran potencia».

En este sentido, Gorbachov fue un político adelantado a su tiempo ya que proclamó la «interdependencia de la comunidad internacional, la comunión de intereses con EEUU y las amenazas trascendentales a los intereses humanos: la competitividad nuclear, la militarización de las relaciones internacionales, la proliferación de las armas de destrucción masiva, la pobreza en el tercer mundo y las catástrofes medioambientales».

Consideraba que la violencia «contenía una carga potencial amenazante que provocaba ondas de choque difíciles de controlar. Su tesis era que las relaciones internacionales no se debían basar en la intimidación sino en la seguridad mutua».

Por eso en la cumbre de Washington de 1987, el líder soviético hizo importantes concesiones a Ronald Reagan para firmar el acuerdo de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio. Le planteó una oferta que el presidente estadounidense no pudo rechazar, y es que los soviéticos se comprometían a reducir el doble del número de misiles que los estadounidenses; eliminando de esa manera la imagen de «enemigo» que se había generado en torno a la URSS.

Colapso de la URSS
Esas concesiones las llevó a cabo también en su propio país. Por eso cuando las protestas a favor de la democracia se extendieron en 1989 por las naciones del bloque soviético de la Europa comunista del este, Gorbachov se abstuvo de recurrir al uso de la fuerza. A diferencia de lo que habían hecho los anteriores líderes del Kremlin, que enviaron tanques para aplastar las revueltas de Hungría de 1956 y las de Checoslovaquia en 1968.

Pero aquellas protestas de 1989 alimentaron las aspiraciones de independencia en las 15 repúblicas que conformaban la Unión Soviética, que se desintegró en los dos años siguientes de una forma absolutamente caótica. Gorbachov peleó en vano por evitar el colapso de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).

Su política de ‘glasnot’ (el término ruso para referirse a la libertad de expresión) permitió criticar al partido y al Estado, algo que no había ocurrido nunca en territorio soviético. Y aquello envalentonó también a los nacionalistas, que empezaron a presionar por la independencia en las repúblicas bálticas de Letonia, Lituania, Estonia, etc.

Sombras en su legado
Muchos rusos no le perdonaron nunca a Gorbachov, que fue galardonado con el premio Nobel de la Paz en 1990, las turbulencias que desataron sus reformas. Y consideraban (y aún consideran) que la caída del nivel de vida que se produjo después de aquella remodelación económica fue un precio a pagar demasiado alto a cambio de la llegada de la democracia.

Gorbachov saluda a Putin en el Kremlin en el 2000, cuando volvió al palacio presidencial tras casi una década.
Gorbachov saluda a Putin en el Kremlin en el 2000, cuando volvió al palacio presidencial tras casi una década. Reuters

Según informa la agencia de noticias TASS, Gorbachov será enterrado en el cementerio moscovita de Monasterio Novodévichi, donde se encuentra la tumba de su esposa, Raísa Maxímovna, y donde yacen los restos de destacados personajes de la historia de Rusia.

Los medios rusos señalan que el exdirigente soviético llevaba años viviendo alejado del foco mediático por problemas de salud. Algunos incluso llegan a afirmar que pasaba meses hospitalizado porque padecía varias afecciones.

El pasado 30 de junio Gorbachov recibió en el hospital la visita del economista ruso Ruslan Grinberg y cuando salió declaró a Zvezda, un medio de comunicación de las Fuerzas Armadas, lo siguiente: «Nos dio toda la libertad, pero no supimos qué hacer con ella».

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